LA ESCUELA
PERIPATÉTICA
TEOFRASTO
Así como la vieja Academia
continuó la última fase de la enseñanza platónica, la escuela peripatética presenta las características del último período
de la actividad de Aristóteles, dedicado principalmente a la organización
del trabajo científico y a las investigaciones particulares.
A
la muerte de Aristóteles, sucedió al maestro, en la dirección de la escuela,
Teofrasto de Ereso (Lesbos), que la dirigió hasta su muerte, ocurrida entre el
288 y el 286 a. de G. Su actividad científica se aplicó sobre todo al campo de
la Botánica.
De él se han conservado dos obras: Historia
de las plantas y Las causas de las plantas, que le han convertido en
maestro de dicha disciplina durante toda la antigüedad y hasta el fin del
Medioevo. Fue también autor de las Opiniones Físicas, especie de
historia de las doctrinas desde Tales a Platón y a Jenócrates, de la cual nos
quedan algunos fragmentos. De él se ha conservado también un escrito moral, Los
caracteres.
Teofrasto ha formulado numerosas
críticas a puntos concretos de la doctrina aristotélica; pero se ha mantenido
fiel a la enseñanza fundamental del maestro. Contra la doctrina del intelecto
activo objetó que el olvido y el error son incompatibles con la función de
dicho intelecto Contra el finalismo universal de las cosas, profesado por
Aristóteles, observó que muchas cosas, en la naturaleza, no obedecen a la
tendencia hacia el fin, y que, si tal tendencia es propia de los animales, no
se manifiesta en los seres inanimados, que son los más numerosos en la
Naturaleza. En cambio, defendió la doctrina aristotélica de la eternidad del
mundo contra las objeciones que se le venían haciendo.
En la obra Los caracteres, que
probablemente no nos ha llegado en su forma original, sino en una redacción
retocada, describen con cierta agudeza treinta tipos de caracteres morales (el
importuno, el vanidoso, el descontento, el fanfarrón, etc.). Puede decirse que
Teofrasto aplicó a la vida moral, en esta obra, el mismo método descriptivo
empleado por él en el estudio de la Botánica.
OTROS
DISCÍPULOS DE ARISTÓTELES
Al lado de Teofrasto, el más
importante de los discípulos inmediatos de Aristóteles es Eudemo de Rodas,
autor de numerosos escritos de historia delas ciencias. Se llama a Eudemo
"el más fiel" de los discípulos de Aristóteles. Fue el editor de la obra moral de Aristóteles, que precisamente se
indica con su nombre (Ética Eudemia) y que algunos consideran como obra
propia.
Aristoxeno de Tarento volvió a
mantener la doctrina pitagórica del alma como armonía, sostenida por Simmias en
el Fedón platónico. Sus simpatías por el pitagorismo se manifiestan
también en el interés que tuvo por la música, a la cual dedicó una obra
titulada Armonía, de la que nos quedan fragmentos. Fue también autor de
biografías de filósofos, en particular de Pitágoras y de Platón. Dicearco de
Mesina afirmó, en oposición a Aristóteles y a Teofrasto, la superioridad de la
vida práctica sobre la vida teorética. En su Vita della Grecia de la
cual nos quedan pocos fragmentos, delineó una historia de la civilización
griega. En el Tripolítico sostuvo que la mejor constitución es una
mezcla de monarquía, aristocracia y democracia, como la que se había desarrollado
en Esparta.
ESTRATON
A Teofrasto sucedió en la
dirección de la Escuela, Estratón de Lampsaco que la ejerció durante dieciocho
años. El rumbo de sus investigaciones
viene patentizado por el apodo de "El físico" que se le dio. De
hecho, buscó la conciliación de Aristóteles y Demócrito. De Demócrito tomó la
doctrina de los átomos y del espacio vacío; pero a diferencia de Demócrito y de
conformidad con Aristóteles, consideró que el espacio vacío no se extiende hasta
el infinito, más allá de los confines del mundo, sino sólo en el interior de
éste, entre los átomos. Además, los corpúsculos están, según Estratón, dotados
de ciertas cualidades, especialmente del calor y del frío.
En su doctrina respecto al orden
y la constitución del mundo, Estratón se acercaba mucho más a Demócrito que a
Aristóteles. No utilizaba la divinidad
para explicar el nacimiento del mundo, y recurría a la necesidad de la
naturaleza, o por lo menos identificaba con ésta la acción de Dios. Estratón
afirmó enérgicamente la unidad del alma. A causa de esta unidad, no es posible
una neta separación entre sensación y pensamiento. "Sin el pensamiento
—decía— no hay sensación." Más, por otra parte, tanto el pensamiento
como la sensación no son más que movimiento, y de este modo vuelven a entrar en
el mecanismo general de la naturaleza. Después de Estratón, la escuela
peripatética continuó su labor mediante numerosa otros representantes, de los
cuales nos quedan escasas noticias y sólo algunos fragmentos de sus escritos.
Pero sus seguidores se dedicaron a particulares investigaciones naturalistas,
sin aportar ninguna contribución a la elaboración ulterior de la filosofía
aristotélica.
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