
Partiendo de la perspectiva Fichteana la existencia de las personas y sus acciones son las condiciones del derecho, su condición interna es su carácter coercitivo por el que garantiza a cada cual su esfera de la libertad e impide las violaciones de las mismas. El individuo pertenece al Estado únicamente por una parte de su esfera de libertad, fuera de este límite el individuo es libre y depende solo de si mismo. Fichte no limita los poderes del Estado a la realización de los derechos originarios, sino que también haga imposible la pobreza y garantice a todos los ciudadanos trabajo y bienestar.
Proyecta un estado socialista en el que la producción y la distribución de las mercancías estén reguladas y que constituya un sistema cerrado, sin comercio con el exterior, necesario para regular con justicia la distribución de las rentas y de los productos.
Si tomamos a Marx, el trabajo es para este autor, la única manifestación de la libertad humana, de la capacidad humana de crear la propia forma de existencia especifica. Pero en verdad esta no es una libertad infinita, pues la producción esta siempre condicionada por las condiciones materiales y por las necesidades ya desarrolladas y estas condiciones actúan como factores de limitación a toda fase de la historia.
Ahora bien desde la postura Nietzscheana respecto de la libertad, la característica principal de superhombre es su libertad de espíritu, debe librarse de las ataduras habituales de la vida, y renunciar a todo lo que los otros alaban, su espíritu debe abandonar toda fe, su máxima fundamental es: llega a ser lo que eres, en el sentido de la máxima diferenciación de los demás. La libertad interior propia del superhombre es una riqueza de posibilidades diversas.
Para concluir, Marcuse dirá que “una ausencia de libertad cómoda, suave, razonable y democrática, señal de progreso técnico, prevalece en la civilización industrial avanzada.
Así mismo la civilización industrial contemporánea demuestra que ha llegado a una etapa en que la sociedad libre no se puede ya definir adecuadamente en los términos tradicionales de libertades económica, políticas e intelectuales, porque son demasiadas significativas para ser confinadas dentro de las formas tradicionales”. Aquí entra en juego lo que Marcuse llama necesidad falsa, que imponen los interese sociales particulares al individuo para su represión, pertenecen a estas las necesidades de divertirse, comportarse y consumir entre otras. Y elegir libremente entre una gran variedad de bienes y servicios no significa libertad, si estos sostienen la alineación.
En este sentido el término progreso se mueve hacia términos específicos y estos son definidos por las posibilidades de mejorar la condición humana. La creciente productividad del trabajo, excedente, permite un consumo mayor y en tanto este sistema prevalece, reduce el valor de uso de la libertad.