Filosofia Presocratica

El nombre de presocráticos hace referencia a todos aquellos pensadores que ejercieron su labor filosófica antes de Sócrates (desde el año 624 a. C. hasta el siglo V a. C.). Los presocráticos basaron sus teorías en la especulación sobre el principio material de la naturaleza. Entre ellos se encuentran Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes, Pitágoras, Heráclito, Parménides, Empédocles, Anaxágoras, Leucipo y Demócrito. Se dice que la filosofía occidental se originó, en las ciudades griegas del Asia Menor (Jonia) con Tales de Mileto («todo es agua»), quien vivió alrededor del año 585 a. C. Sus estudiantes más notorios fueron Anaximandro y Anaximenes de Mileto («todo es aire»).

Heraclito hizo hincapié en la naturaleza transitoria y caótica de todas las cosas («todo fluye»; «todo es fuego»; «no podemos entrar en el mismo río dos veces»). Heraclito utiliza (logos) esta palabra en su teoria del ser, diciendo: "No a mí, sino habiendo escuchado al logos, es sabio decir junto a él que todo es uno." Tomando al logos como la gran unidad de la realidad, acaso lo real, Heráclito pide que la escuchemos, es decir, que esperemos que ella se manifieste sola en lugar de presionar.

El ser de Heráclito, entendido como logos, es la Inteligencia que dirige, ordena y da armonia al devenir de los cambios que se producen en la guerra que es la existencia misma. Se trata de una inteligencia sustancial, presente en todas las cosas. Cuando un ente pierde el sentido de su existencia se aparta del Logos.

Anaxagoras, que afirmó que la realidad estaba tan ordenada que debía ser gobernada en todos los aspectos por la mente.

Empedocles, Democrito, denominados pluralistas y atomistas, quienes intentaron comprender al mundo como una composición de innumerables partes interactivas.

Parmenides y Zenon de Elea, los eleaticos, quienes insistían en que «todo es uno y el cambio es imposible». Parménides y su escuela enfatizaba el carácter absoluto, permanente y durable del mundo de la verdad («ser es, no ser no es»).

Los sofistas; profesores viajantes de variada afinidad filosófica, cobraron fama, por aclamar que la verdad no era más que una opinión y por enseñar a la gente a discutir para probar cualquier conclusión que deseara.

Todo este movimiento se concentró cada vez más en Atenas, la cual se convirtió en la ciudad-estado dominante de Grecia.

Filosofia: Periodos e Introduccion

La historia de la filosofía occidental se remonta a la Antigua Grecia, y se la puede dividir en cinco períodos:
La filosofía antigua, que va desde el siglo VI a. C, hasta la decadencia del Imperio Romano, e incluye pensadores como Platón y Aristóteles.
La filosofía medieval, que comprende el período medieval llega hasta finales del siglo XV, cuando deja lugar al Renacimiento.
La filosofía renacentista.
La filosofía moderna va desde finales del siglo XVI hasta el período de principios del siglo XIX
La filosofía contemporánea, comprende el desarrollo filosófico del siglo XIX hasta la actualidad, que incluye pensadores y escritores postmodernos.
El mundo griego anterior a la aparición de la filosofía vivía instalado en la actitud mítica. Un mito, (del griego μῦθος, mythos, «relato», «cuento»), es un relato tradicional de acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes o monstruos. A través de los mitos el hombre conseguía dar una explicación de los fenómenos naturales y de las instituciones sociales.
El gran acontecimiento espiritual que inician los griegos entre los siglos VII y VI a. C. consistió en intentar superar esta manera de pensar el mundo con otra manera revolucionaria que apuesta por la razón como el instrumento de conocimiento y de dominio de la realidad. Cabe señalar que no debe entenderse este paso como algo brusco sino paulatino. Las influencias míticas son todavía apreciables en muchos pensadores de la antigüedad. En realidad, fueron unas pocas personas las que participaron del nuevo y revolucionario modo de pensar (aquellos que habrían de llamarse filósofos), aunque poco a poco éste se fue haciendo más universal. Incluso en nuestra época, la actitud mítica no ha desaparecido todavía. Este gran paso de la mitología a la explicación racionalista se le conoce como "paso del mito al logos".
Logos, (en griego λóγος) significa: la palabra en cuanto meditada, reflexionada o razonada, es decir; "Razonamiento", "Argumentación", "Habla" o "Discurso". También puede ser entendido como, "Inteligencia", "Pensamiento", "Ciencia", "Estudio", "Sentido".
Es uno de los los tres modos de persuasión en la retórica (junto con el ethos y el pathos), según la filosofía de Aristóteles.
Con esta nueva forma de pensar, los griegos proponen que las cosas del mundo están ordenadas siguiendo leyes. El mundo es un cosmos, no un caos, por lo que la naturaleza no se comporta primero de una manera y luego de otra completamente distinta, sino que en su comportamiento hay cierto orden que sigue leyes, las cuales pueden ser descubiertas por la razón.
Con los griegos aparecen por primera vez muchas de las cuestiones filosóficas fundamentales, y varias de las posibles soluciones que se pueden dar a ellas ya se encuentran articuladas en la filosofía griega.

Lo bello: Puntos de vistas

Para Kant, la complacencia que determina al juicio de gusto es sin interés alguno, es decir, el juicio estético no puede depender de un interés ajeno a la propia contemplación del objeto. De esta forma, se crea una diferenciación entre lo bello y lo bueno, cuya correspondencia se identifica en las filosofías trascendentales clásicas como las de Platón o Santo Tomás. Según Kant lo bello no hace referencia a un fin determinado, sino es un fin netamente formal, una conformidad a fin sin fin, independiente de la respresentación de lo bueno, además, que el juicio estético no aporta conocimiento del objeto, y eso ocurre mediante el juicio lógico, del entendimiento según analizado en la Crítica de la razón pura. El juicio estético reposa de tal manera en fundamentos a priori, y un juicio tal es puro solamente en la medida en que ninguna complacencia meramente empírica se mezcle al fundamento de la determinación del mismo.
Kant establece tres tipos de complacencias: la de lo agradable, que es aquel tipo de obra que simplemente deleita, la de lo bueno, que es estimado bajo valor objetivo con atributos ajenos al juicio desinteresado, y lo bello como aquello que place. Sólo lo bello entra en el ámbito del auténtico juicio estético, pues es una complacencia desinteresada y libre, sin reposar en interés alguno, ni el de los sentidos, ni el de la razón, ni el de la fuerza de aprobación.
En referencia a lo bello, una vez definido lo agradable como categoría inferior que no debe ser confundida con lo bello, agrega que el atractivo no conforma la belleza, y que debe vigilarse a la hora de emitir un juicio de gusto como separar esencia y adorno. De tal modo, hay belleza libre y belleza meramente adherente. La segunda, en tanto y que atribuida a un concepto (belleza condicionada) le es atribuida a objetos que están bajo el concepto de un fin particular. Las flores son bellezas libres de la naturaleza. En el enjuiciamiento de una belleza libre el juicio es gusto puro. Pero la belleza de un hombre o de un caballo, o de un edificio, supone un concepto del fin que determina lo que a cosa debe ser, y en consecuencia, es belleza adherente.

Fotografía: Julio Bello Aguabella
"Sin Titulo"
La Habana, 1995