Filosofia: Etica

Distinción entre Etica y moral:
La Moral tiene una base social, es un conjunto de normas establecidas en el seno de una sociedad y como tal, ejerce una influencia muy poderosa en la conducta de cada uno de sus integrantes. En cambio la Ética surge como tal en la interioridad de una persona, como resultado de su propia reflexión y su propia elección.
Etica es una disciplina dentro del campo de la filosofía que estudia los fundamentos de lo que se considera bueno, debido o correcto, es un conjunto de normas a saber, principios y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una línea directriz de su propia conducta. En las normas morales impera el aspecto prescriptivo, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y punitivo. Es decir en las normas morales destaca la presión externa, en cambio en las normas éticas destaca la presión del valor captado y apreciado internamente como tal. El fundamento de la norma Ética es el valor, no el valor impuesto desde el exterior, sino el descubierto internamente en la reflexión de un sujeto.


Filosofia: Etica

Distinción entre Etica y moral:
La Moral tiene una base social, es un conjunto de normas establecidas en el seno de una sociedad y como tal, ejerce una influencia muy poderosa en la conducta de cada uno de sus integrantes. En cambio la Ética surge como tal en la interioridad de una persona, como resultado de su propia reflexión y su propia elección.
Etica es una disciplina dentro del campo de la filosofía que estudia los fundamentos de lo que se considera bueno, debido o correcto, es un conjunto de normas a saber, principios y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una línea directriz de su propia conducta. En las normas morales impera el aspecto prescriptivo, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y punitivo. Es decir en las normas morales destaca la presión externa, en cambio en las normas éticas destaca la presión del valor captado y apreciado internamente como tal. El fundamento de la norma Ética es el valor, no el valor impuesto desde el exterior, sino el descubierto internamente en la reflexión de un sujeto.

Michael Jackson 1958-2009


No hay nada absoluto en la vida humana, y si hubiera algo solo podria ser expresado relativamente. En otras palabras, en todo aquello que hace referencia al ser humano intervienen siempre el espacio y el tiempo, es decir, la finitud. Por eso, el ser humano es un incesante aprendiz, es decir, un ser en constante proceso de formacion, de transformacion y de deformacion.
Joan-Carles Melich

Filosofia y Arte

Pollock, construyó y reformuló el concepto de virtuoso. Transformó el acto de pintar en danza, la pintura en un lugar hechizado sobre el que distribuía pigmento como polvos mágicos.
intentaremos enlazar lo bello expuesto por Kant en su Critica del Juicio, y la belleza que plasmo en sus obras Jackson Pollock, la cual es tan difícil de discernir para el común de las personas, pero que sin embargo no podemos negar.
Así como Kant define “bello es lo que, sin concepto, place universalmente”, así en las obras pictóricas de Pollok observaremos que no hay objetos definidos para examinar, sino que en las mismas hay una belleza libre; y esta no presupone conceptos del objeto, sino que es bella en si.
El Action painting, tecnica utilizada por este artista, significa en español “Pintura de Acción” y es una corriente pictórica abstracta de carácter gestual que adoptaron varios miembros de la escuela estadounidense del expresionismo abstracto. Desde el punto de vista técnico, consiste en salpicar con pintura la superficie de un lienzo de manera espontánea y enérgica, es decir, sin un esquema prefijado, de forma que éste se convierta en un “espacio de acción” y no en la mera reproducción de la realidad.
"Cuando estoy pintando no soy consciente de lo que hago. Es sólo después de un período de recuento cuando veo lo que he hecho. No tengo miedo de hacer cambios, de destruir la imagen, porque el cuadro tiene una vida propia" (Jackson Pollock). En esta afirmación, Pollock define la Pintura de Acción como una mezcla entre vitalidad y búsqueda automática de la armonía y la belleza en un lenguaje que pasa por la destrucción de la imagen y su asociación simbólica. En este sentido es cuando la postura kantiana entra en acción pues “la propia representación del objeto es la que proporciona la belleza, la forma (figura, textura, sonoridad, etc.), en la cual él se nos presenta, independientemente de su sentido, de la interpretación que pueda hacerse de él. Y también porque lo bello no hace referencia a un fin determinado, sino es un fin netamente formal, una conformidad a fin sin fin, independiente de la representación de lo bueno. Para Kant la finalidad estética que caracteriza a la belleza es la de poner en movimiento, en un juego libre y armonioso, las dos facultades que constituyen la estructura del sujeto consciente: el intelecto y la fanta­sía. Ello se produce por la contemplación de la forma (mediante la cual la obra de arte reproduce el mundo).
El Action Painting tiene sus orígenes en las creaciones inconscientes de los surrealistas; por ejemplo, los dibujos y pinturas de arena de André Masson.
Esto seria parte de un proceso de creación de belleza al estilo Kant, pues en su lenguaje podría traducirse de la siguiente manera “el placer estético es la conciencia de armonía espontánea que el espíritu siente entre imaginación y entendimiento entre la libre conformidad de ambas facultades”. “La experiencia resultante es una ‘satis­facción desinteresada”. La obra de arte opera sobre los sentidos. Y ello con independencia de los conceptos que puedan estar vinculados a esa forma: “el placer que proporciona la belleza, es tal que no presupone ningún concepto, antes bien está directamente unido a la representación mediante la cual el objeto es dado (no mediante la cual es pensado)”.
En tanto en torno a las definiciones de lo bello, Kant deduce cuatro momentos, a saber:
Definición de lo bello deducida del primer momento: Gusto es la facultad de juzgar un objeto o un modo de representación por una complacencia o displacencia sin interés alguno. El objeto de tal complacencia se llama bello.
Definición deducida del segundo momento: Bello es lo que place universalmente sin concepto. Un juicio estético cuando es referido a lo bello (no a lo agradable) tiene como objetivo una cierta universalidad.
Definición de lo bello deducida del tercer momento: Belleza es forma de la conformidad a fin de un objeto, en la medida en que sea percibida esta en éste se sin la representación de un fin.
Definición de lo bello deducida del cuarto momento: Bello es lo que es conocido sin concepto como objeto de una complacencia necesaria.
En las obras de Pollock, (la superficie aparece como un todo homogéneo y compacto, sin las tensiones entre forma y fondo, propias de otros estilos, pues era una sola forma gigantesca, integrada por una madeja de toques de color dejados al azar, que ocupaba y desbordaba el espacio de la obra), se refleja naturalmente la visión kantiana sobre la belleza, “en tanto la experiencia estética es vista como contemplación, abandono de la actitud normal, practica e interesada, un doblegar la voluntad, un olvido de si…”


Una breve vision del Estado segun Hegel

Según Hegel, hombre es el individuo ético sumergido en el sistema de las necesidades, que constituye el aspecto fundamental de la sociedad civil, pero solo en el Estado se realiza plenamente la sustancia infinita y racional del espíritu. La eticidad se realiza primero en la familia y en la sociedad civil y solamente en esta ultima la persona jurídica o el sujeto moral se convierte propiamente en hombre. El estado es la realidad de la libertad concreta. Es por una parte, para el individuo, una fuerza externa que lo obliga y subordina a si, y por otra parte, es su fin inmanente, así como es el fin de la familia y de la sociedad civil, que con respecto a él, son organismos particulares e imperfectos y debe depender del estado. El estado es voluntad divina, en cuanto espíritu actual que se desarrolla en forma real como organización de un mundo.
El Estado esta vinculado con la religión porque es la suprema manifestación de lo divino en el mundo. En cuanto a la soberanía, el estado no la consigue del pueblo, sino de sí mismo, de su propia sustancia. El pueblo, según Hegel, considerado sin su monarca y sin organización es la muchedumbre informe que ya no es estado; por la misma causa excluye el principio democrático de la participación de todos en los asuntos del estado, el individuo forma parte del estado solo en cuanto desarrolla su actividad concreta en un ámbito determinado, por otra parte el estado tiene exigencias diversas y superiores a las de la moral, el bienestar de un estado tiene un derecho completamente distinto del bienestar individual. El estado como sustancia ética tiene su existencia en una existencia concreta y solamente esta puede ser principio de su obrar y de su comportamiento.

Rousseau cuerpo político, o Estado, como cuerpo moral


"El cuerpo político es también un ser moral dotado de voluntad”. Esta voluntad, que es general, en el sentido que es la voluntad de todo el Estado, o la expresión de la voluntad de todos (o la mayoría absoluta) de todos los miembros de ese Estado, es el principio moral rector de la sociedad.
Su contenido es el principio que garantiza la continuidad, la existencia y el desarrollo de la sociedad en tanto:
-Razón moral (justicia o injusticia),
-Razón jurídica de derecho (las leyes),
-Razón política (la soberanía del pueblo)
-Razón económico-social (satisfacción de las necesidades públicas).
"Esa voluntad general, tiende siempre a la conservación y bienestar del todo y de cada una de las partes, y es el origen de las leyes y la regla de lo justo y de lo injusto para todos los miembros del estado, en relación con éste y con aquellos”.
El bienestar debe entenderse como el ejercicio de la libertad, la igualdad, la seguridad y la propiedad privada, y justamente en la medida en que la voluntad general tiende a garantizar todos estos bienes y tiende a garantizarlos para todos, se convierte en el principio moral del cual emanan las leyes y las normas que regulan y ordenan la sociedad.
En cuanto principio de lo justo (todo aquello que coincide con la voluntad general) y lo injusto (todo aquello que vulnera y limita la voluntad general) la voluntad general es el principio del cual deriva toda moralidad de la sociedad y toda legitimidad jurídica sintetizada en la Ley. Ella norma tanto las relaciones entre los ciudadanos y el Estado, y entre los mismos ciudadanos. Y aunque Rousseau limita la jurisdicionalidad de esta voluntad general a los limites de un estado particular y a los ciudadanos que en el habitan, considera que extendiéndolo a todos los estados, puede convertirse en una regla para juzgar la moralidad de toda acción humana.
De esta manera, la concepción rusoniana de economía pública o política, identificada como gobierno, implica una concepción de la economía que va más allá del hecho económico tal como es entendido hoy en día; es una concepción que implica, además del dominio de lo económico como administracion pública, el dominio de lo social, en tanto el bienestar de los ciudadanos, el dominio de la moral, en tanto razón de lo justo, y el dominio de lo político en tanto la soberanía como poder supremo constitutivo del Estado.

Re- pensando las preguntas de Althusser


Althusser se pregunta en primer término ¿Qué es pues la reproducción de las condiciones de producción? Las evidencias ofrecidas por el punto de vista de la mera producción e incluso de la simple práctica productiva se incorporan de tal modo a nuestra conciencia cotidiana que es fuertemente difícil elevarse hasta el punto de vista de la reproducción.
Sin embargo cuando no se adopta tal punto de vista todo resulta abstracto y deformado.
Teniendo en cuenta que toda formación social depende de un modo de producción dominante, el proceso de producción emplea las fuerzas productivas existentes en y bajo relaciones de producción definidas; en consecuencia para existir, toda formación social, al mismo tiempo que produce y para poder producir, debe reproducir las condiciones de su producción, debe entonces reproducir “las fuerzas productivas y las relaciones de producción existentes.”
Desde que Marx lo demostró, todos parecen mostrarse de acuerdo en que no hay producción posible si no se asegura la reproducción de las condiciones materiales de la producción esto es la “reproducción de los medios de producción”.
En este sentido es necesario prever la reposición de lo que se agota o gasta en la producción, a saber materia prima. (Instalaciones fijas-edificios, instrumentos de producción-maquinas) pero lo que sucede en el nivel de la empresa es un efecto que solo da la idea de la necesidad de la reproducción, pero que no permite pensar las condiciones y mecanismos de la misma.
Aquello que distingue la fuerzas productivas de los medios de producción es la reproducción de las fuerza de trabajo, ahora bien Althusser se pregunta ¿como se asegura la reproducción de la fuerza de trabajo? Dándole a la fuerza de trabajo el medio material para que se reproduzca en consecuencia la respuesta esta en el “salario”, este figura en la contabilidad de la empresa como capital mano de obra; pero además representa la parte del valor producido por el gasto de la fuerza de trabajo, indispensable para su reproducción en tanto indispensable para reconstituir las fuerza del trabajo del asalariado (vivienda, vestimenta y alimentación) e indispensable también para criar y educar a los niños en que el proletariado se reproduce como fuerza de trabajo.
Sin embargo no basta con asegurar a la fuerza de trabajo las conducciones materiales de su reproducción para que se reproduzca como tal. La fuerza de trabajo disponible debe ser competente, apta para ser utilizada en el complejo sistema del proceso de producción.
El desarrollo de las fuerzas productivas y el tiempo de unidad históricamente constitutivo de esas fuerzas productivas en un momento dado determinan que la fuerza de trabajo debe ser calificada y por tanto reproducida como tal, según las exigencias de la división social-técnica del trabajo, en sus distintos puestos y empleos. En este punto Althusser se pregunta ¿Cómo se asegura esta reproducción de la calificación de la fuerza de trabajo en el régimen capitalista?
Dirá que esta reproducción de la calificación de la fuerza de trabajo tiende a asegurarse no ya en el lugar de trabajo (aprendizaje en la producción misma), sino fuera de la producción, por medio del sistema educativo capitalista y de otras instancias e instituciones.

Marx, breve ensayo


Kart Marx, en su obra Manuscritos: economía y filosofía, define la enajenación del trabajador en el sistema de producción capitalista de la siguiente manera:
“(…) El trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo.(..) De esto resulta que el hombre sólo se siente actuando libremente en sus funciones animales, tales como comer, beber, procrear…, en cambio, en sus funciones humanas no es nada más que un animal.”[1]
Semejante inversión sólo es posible comprenderla en el interior de las contradicciones de la lógica capitalista, donde la sociedad se encuentra estructurada bajo la dominación del capital y sustentada por una razón instrumentalizada.
El trabajo, ámbito donde el hombre debería desarrollar su “naturaleza universal”, constituye sólo un medio para mantener su vida y satisfacer necesidades impuestas por la sociedad de consumo de la cuál forma parte, sin más, se convierte en una mera actividad económica; no constituye la satisfacción de una necesidad de realización humana sino un medio para la obtención de bienes que las leyes capitalistas de producción imponen a los sujetos. De esta manera, la mercancía determina la naturaleza y el fin de toda actividad humana. En las actuales sociedades de consumo, imperantes bajo el sistema de producción capitalista, las relaciones libidinales con la mercancía se acrecientan y su lógica subsume la totalidad de los vínculos libidinales que el hombre establece, no sólo con el mundo sino también en su encuentro con otros hombres.
Por otra parte, el proceso de reificación total en el fetichismo de la mercancía, mecanismo a través del cuál los sujetos viven en una falsa felicidad sustentada en el consumo generalizado de productos, permite encubrir la falta de libertad y el excesivo plus de represión necesarios para el funcionamiento del actual aparato de producción.
Ahora bien, ¿Cómo es posible que los individuos declarados libres e iguales a partir de las conquistas de la Revolución Francesa no puedan evidenciar la ausencia de libertad en la que se encuentran inmersos?
La manipulación de las necesidades, la formalización de la razón, el ejercicio de poder como administración de los cuerpos y gestión calculadora de la vida, en una búsqueda de aumento y organización de las fuerzas pulsionales para lograr su inserción en el modo de producción capitalista, permiten la consolidación de la alienación de los individuos en un sistema que no podría funcionar de otra manera.
Es a partir de las transformaciones de los mecanismos de poder que van de la mano de las transformaciones del capitalismo, donde el poder encontró su acceso al cuerpo distorsionando y manipulando sus funciones. El trabajo productivo se erige como la única forma posible de realización ligado a una racionalidad puramente cuantitativa y el sentido de posesión permite experimentar la ilusión de recuperar la mítica completud perdida. El concepto de libertad queda así estrechamente ligado a una ecuación instrumental y cuantificable que se vincula con la obtención de objetos y satisfacción de necesidades manipuladas, perdiendo así su carácter de realidad ontológica humana.
“El status social de los individuos, su nivel de vida, la satisfacción de sus necesidades, su libertad y su poder están determinados por el valor de sus mercancías. (…) Los individuos participan del proceso social sólo como propietarios de mercancías. Sus relaciones mutuas son las relaciones de sus respectivas mercancías”.[2]
Bajo el imperio del sistema capitalista de producción la falta de libertad, necesaria para su funcionamiento, es enmascarada a través de la configuración de una falsa conciencia que se sustenta en la promesa de una “vida confortable” que se adquiere a través del desarrollo individual que garantice el éxito personal. Ironía del sistema: nos hace creer que nuestra liberación reside en aquél proceso que nos mantiene sojuzgados.
Por otra parte, la gran oferta de bienes y servicios que ofrece el mercado nos hace creer, ilusoriamente, que elegimos en base a nuestros deseos y que en dicha deseabilidad nos afirmamos contra todo poder, cuando en realidad el deseo y las necesidades humanas han sido siempre precondicionadas históricamente por los intereses predominantes de la sociedad.
Frente a este panorama, ¿Cuál es la función de la filosofía? Nos dice Marcuse:
“Toda liberación depende de la toma de conciencia de la servidumbre, y el surgimiento de esta conciencia se ve estorbado siempre por el predominio de necesidades y satisfacciones que, en grado sumo, se han convertido en propias del individuo. El proceso siempre reemplaza un sistema de precondicionamiento por otro; el objetivo óptimo es la sustitución de las necesidades falsas por otras verdaderas, el abandono de la satisfacción represiva.”
En primer lugar, es necesario que la filosofía no pierda el carácter de denuncia que ha alcanzado principalmente en algunas corrientes del pensamiento contemporáneo; las contradicciones del modo de producción capitalista cada día se acentúan más, subsisten, se complejizan, se encuentran enmascaradas y es tarea de la filosofía develar dichas contradicciones.
Por otra parte, en las sociedades actuales el viejo sueño de la revolución se ha perdido; la repudiable tarea sistemática de desgarramiento de los cuerpos sociales efectuada por regimenes totalitarios (que incluyen las democracias liberales) nos ha colocado en un estado tal de vulnerabilidad y desintegración que nos lleva a pensar el cambio colectivo como una utopía. Es tarea de la filosofía construir herramientas que nos acerquen nuevamente el horizonte de dicha utopía.
Es necesario mencionar también, que si bien en otras epatas del desarrollo del capitalismo el deseo de una revolución estaba fundada en la construcción de una sociedad sin clases, en la actualidad la creciente destructibilidad, unida a la creciente productividad, nos obliga a comprometernos más firmemente en dicha idea ya que la inminente amenaza de aniquilación de la humanidad entera nos enfrenta a la incuestionable necesidad de un cambio cualitativo en la estructura de las sociedades.En este sentido, debemos tomar conciencia de la importancia del compromiso social en el ejercicio del pensamiento y la acción. Debemos también reconocer que en cada elección (aunque sea de carácter individual) somos responsables de la humanidad entera
[1] Marx, K., Manuscritos: economía y filosofía, Alianza Editorial, S.A, Madrid, 1977, pag. 109

[2] Marcase, H., Razón y Revolución, Ediciones Altaya, S.A., 1998, pag. 274