CARACTERÍSTICAS
Y ORIGEN
Entre los factores que con más
eficacia estimularon la actividad cultural de Occidente en el siglo XII, han de
tenerse en cuenta las relaciones con el mundo oriental y, sobre todo, con
los árabes. El mundo árabe había asimilado, en los siglos anteriores, la
herencia de la filosofía y de la ciencia griegas, que todavía permanecían
desconocidas para gran parte de la cultura occidental: ésta conocía únicamente
de ellas lo que había logrado filtrarse a través de las obras de los autores
latinos y de los padres de la Iglesia.
Además, y quizá fuera por esto, la
filosofía árabe aparecía a los pensadores occidentales como la manifestación
misma de la razón y, por lo tanto, como una fuerza de liberación de los
obstáculos de la tradición. Adelardo de Bath no dudaba en contraponer lo
que había aprendido él "de los maestros árabes, bajo la guía de la
razón" con la "rigurosidad de la autoridad" por la que eran
arrastrados los que seguían la tradición Quaest. nat., En tercer lugar,
la filosofía occidental tenía en común con las filosofías orientales la
naturaleza misma de su problema. También
la filosofía árabe es una escolástica, es decir, un intento de hallar
una vía de acceso racional a la verdad revelada; y la verdad revelada a la que
ella trata de llegar, la establecida en el Corán, tiene muchos
caracteres de semejanza con la cristiana. Y finalmente, al igual que la
filosofía cristiana, la escolástica árabe vive de la filosofía griega, en
especial del neoplatonismo y del aristotelismo.
Todo esto explica la influencia y
la penetración profunda que el pensamiento árabe desarrolló en la escolástica
cristiana de los siglos XIII y-XIV. Sin embargo, en algunos puntos, estas dos
escolásticas se manifestarían irreconciliables.
La síntesis de
estas dos corrientes, llevada a cabo por los más ilustres representantes del
pensamiento islámico: Alfarabí, Avicena y Averroes, da por resultado la
elaboración del principio de necesidad. La necesidad domina el mundo
humano y divino: tal es la convicción de los grandes filósofos musulmanes. No se libra de
ella ni siquiera el mundo de las cosas finitas, que no es necesario por sí
mismo, sino por depender de Dios; tampoco escapa la voluntad humana, regida por
una cadena de causas que, a través de los acontecimientos del mundo sublunar y
de los movimientos de las esferas celestes, tiene por motor al Ser necesario. La
escolástica latina, que conoció el aristotelismo a través de los musulmanes,
intentará librarle del principio de necesidad, sobre cuya base los árabes lo
habían interpretado, y tratará de introducir en él el principio de
contingencia, con el cual podrá salvarse al mismo tiempo la libertad creadora
de Dios y el libre albedrío del hombre.
La primera
actividad filosófica nació entre los musulmanes al proponerse interpretar
ciertas creencias fundamentales del Corán. Así, la secta de los Qadaríes
afirma el libre albedrío del hombre frente a la voluntad divina, mientras
los Jabartes son partidarios de la fatalidad absoluta. En el siglo II
de la Hégira (723-832) se desarrolla la secta de los Motaziles o
disidentes, que defienden enérgicamente los derechos de la razón en la
interpretación de la verdad religiosa. Ellos pusieron de moda el Kalam (ciencia
de la palabra), es decir, la teología racional. A partir del califato de Harún
al-Raschid (785-809), los musulmanes empezaron a familiarizarse con la cultura
griega. Las traducciones árabes de las obras de Aristóteles y de los demás
autores griegos fueron hechas, en general, por sabios cristianos sirios o
caldeos, muchos de los cuales eran médicos en la corte de los califas. Las obras
del Estagirita se tradujeron de las versiones siriacas, que ya desde la época
de Justiniano habían empezado a difundir por Oriente la cultura griega. Entre
las obras que mayor influencia tuvieron sobre el pensamiento musulmán, figuran
una Teología atribuida a Aristóteles, que es una recopilación de pasajes
de las Eneadas de Plotino y del Líber de causis, o sea, la
traducción de los Elementos de teologia de Proclo. Además de estos
escritos y de las obras de Aristóteles, contribuyeron a formar el pensamiento
musulmán los comentarios de Alejandro de Afrodisia, los diálogos de Platón,
especialmente la República y el Timeo, y los trabajos científicos
de Euclides, Tolomeo y Galeno.
La reacción de la ortodoxia
religiosa contra las novedades introducidas por los filósofos, fue patrocinada
por los Mutakallimun ("los que discuten"). La afirmación
fundamental de los Mutakallimun es la novedad y discontinuidad del mundo, que
hace necesaria la existencia de un Dios creador. Adoptan la doctrina atomista
de Demócrito, que conocieron probablemente por la exposición de Aristóteles.
Los átomos, dicen, no tienen cantidad ni extensión, y Dios los crea siempre que
quiere. Las cosas están formadas por agrupaciones de átomos, y sus cualidades
no podrían existir en dos instantes, es decir, en dos átomos de tiempo, si Dios
no interviniera constantemente en su creación. Cuando Dios deja de crear, las
cosas, sus cualidades y los átomos mismos dejan de existir. La discontinuidad
hace necesaria la incesante acción creadora de Dios, y garantiza la libertad de
la creación.
Para
reforzar esta tesis, los Mutakallimun niegan la relación de causalidad entre
las cosas.
Las cosas creadas no tienen entre sí relación de causa y efecto. El fuego
tiende a alejarse del centro de la tierra y a producir calor; pero la razón no
se niega a admitir que el fuego pueda moverse hacia el centro y producir frío,
aunque siga siendo fuego. Las conexiones causales no tienen ninguna necesidad
intrínseca: son únicamente establecidas por Dios. Dios, más que causa primera,
es causa agente y eficiente y produce directamente todos los efectos del mundo
creado.
A principios del siglo X las
doctrinas de los Mutakallimun fueron recogidas por otra secta, la de los Asharíes,
llamados así por ser su fundador Abuf-Hasan Al-Ashari (873-935), de Basora.
Los asharíes exageran aún más la doctrina de la creación directa por parte de
Dios, afirmando que todos los accidentes nacen y desaparecen únicamente por un
acto de creación de la voluntad divina. Así, por ejemplo, cuando un hombre
escribe, Dios crea cuatro accidentes, que no tienen entre sí ningún nexo
causal, es decir: la voluntad de mover la pluma, la facultad de moverla, el
movimiento de la mano, el movimiento de la pluma.
El movimiento filosófico creado
por estas sectas viene a ser sustituido en seguida por auténticas
personalidades filosóficas, que en parte utilizaron y continuaron las doctrinas
de esas sectas, y en parte se opusieron a ellas en un intento de permanecer
fieles a la doctrina de los filósofos griegos, en especial de Aristóteles.
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