CAPITULO XI LA FILOSOFIA HEBREA

Introducción

LA CABALA
Como la filosofía árabe, con la cual tiene muchos caracteres en común, la filosofía hebrea viene a ser, a partir del siglo XIII, una de las componentes fundamentales de la escolástica latina. Al igual que la filosofía árabe y la filosofía cristiana de la Edad Media, la filosofía hebrea es una escolástica que tiene en común con las dos primeras los problemas fundamentales (las relaciones entre la razón y la fe, entre Dios y el mundo, entre el entendimiento y el alma) y, para resolverlos, se sirve de los mismos datos o de datos análogos: la filosofía griega y la tradición religiosa judía. Más cercano a esta tradición y en polémica con los intentos más escuetamente filosóficos de encontrar una justificación racional de las creencias religiosas, fue el misticismo que adoptó preferentemente la forma de la Cabala.
La Cabala (=tradición) es una doctrina secreta que, al parecer, fue transmitida primero oralmente, y luego recogida en cierto número de tratados, de los que nos han llegado íntegros o casi completos: el Libro de la Creación (Jezirah) y el Libro del Esplendor (Zójar). Se trata de libros compuestos integrados por elementos heterogéneos. En cuanto a la antigüedad de estos elementos, el segundo de estos escritos, el Zóbar, en la forma que ha llegado a nosotros, pertenece, casi con toda seguridad, a la segunda mitad del siglo XIII. Tal como están, estos escritos exponen una doctrina emanatista muy parecida a la de los Neopitagóricos y Neoplatónicos de los siglos primeros. Enseñan que Dios es infinito o ilimitado (En Sof), es decir, inaccesible a toda determinación o conocimiento. Dios, en cuanto tal, es la negación de toda cosa determinada, y por lo tanto, el no-ser de cada cosa o la Nada. En este sentido, el mundo creado por Dios, ha salido de la Nada. La creación del mundo ocurre a través de sustancias intermedias llamadas Números (Sefiroth) que son al mismo tiempo los atributos fundamentales de Dios y las fuerzas por cuyo medio se realiza la creación divina. La mediación de los Sefiroth sirve para garantizar a Dios la unidad absoluta mientras su acción emanante se expande en lo múltiple de las cosas y, en este sentido, se les compara a los rayos primeros y más directos del Esplendor divino. Los Sefiroth son diez, a saber-. 1° la Corona; 2° la Sabiduría; 3° la Inteligencia; 4° la Gracia; 5° la Justicia; 6° la Belleza; 7° el Triunfo-, 8° la Gloria; 9° el Fundamento-, 10° la Majestad. La acción de estas sustancias produce todas las realidades del mundo visible: las tres primeras de ellas constituyen el mundo inteligible, según el esquema de la trinidad neoplatónica. El mundo visible y el inteligible están ligados por el amor y tienden a acercarse y a unirse. El impulso ha de venir del mundo inferior que debe tender hacia el superior; en respuesta a este impulso, el mismo mundo superior desea y ama al inferior. Dios no ama sino a aquellos que le aman.
El alma humana reproduce las tres primeras sustancias emanadas: ella es, en primer lugar, espíritu vital, luego espíritu intelectual y, por último, alma verdadera y propiamente tal que domina sobre las dos anteriores y es el órgano de la santidad y de las virtudes superiores.
La Cabala no tiene propósitos filosóficos y a la expresión conceptual prefiere la imaginativa o alegórica. La actitud que pretende despertar es la del misticismo, el planteamiento doctrinal que quiere defender es el de la ortodoxia hebrea tradicional. En cuanto a los conceptos tomados del helenismo o de la obra misma de los filósofos judíos de la Edad Media, los defensores o expositores que la Cabala encontró en los siglos XIII y XIV intentaron hacer de ella una alternativa a la obra de los filósofos y polemizan en contra de ellos. Sin embargo, en el Renacimiento, los mismos filósofos tomarían de la Cabala algunas de sus inspiraciones y la defendieron con frecuencia como un instrumento para la interpretación de los libros sagrados.

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